Se trata de una cuerda de un diámetro comprendido entre los 4 a 8 mm. La diferencia de grosor es la principal diferencia entre un cordino y una cuerda normal. Su uso más común es unir varios puntos de anclaje y montar así uno múltiple como aseguramiento. Se regulan según la norma UNE EN 564.
Dependiendo del diámetro del cordino nos servirán para unos o otros usos. Las de 2, 3 e incluso 4 mm de grosor no deben utilizarse nunca para soportar el peso de una persona.
Solamente debemos utilizarlas para operaciones auxiliares, como por ejemplo colgar material.
Los de 9 mm para adelante se utilizan como cabos de anclaje, pero no los más pequeños.
Sin embargo, el diámetro no es el único factor que determina la resistencia. El material del que están hechos también influye mucho en este punto. Así, los más resistentes se fabrican de kevlar, en segundo lugar se sitúan los de dyneema y por último los de poliamida.